Ojos de Serpiente: Calma

Miguel se sentó en la cama de su habitación, en silencio, como siempre hacía cuando se daba a la tarea de reflexionar sobre los eventos ocurridos en su vida. Y no era para menos.

Al fin y al cabo, Sofía dejó en él más preguntas que respuestas, y era hora de que su mente divergente equilibrara la balanza.

Hay que pensar… Y mucho…

Y rápido…

… ¡Muy Rápido!

Como buen pseudo-científico, él fundamentaba sus análisis en los hechos, antes que en las meras conjeturas. De esa manera, debía llevar una secuencia, un orden lógico de ideas, eventos y conclusiones ante las cuales pueda deducir una afirmación contingente que, al menos para él, sea irrefutable.

Aunque lo cierto es que hace mucho que dejó de sacudir así a su cabeza. Por eso sabía que le iba a tomar tiempo, y que le daría una fuerte jaqueca.

Se preparó entonces, antes inclusive de entrar a su habitación: Cenó apropiadamente y concluyó sus tareas, al menos hasta donde más le permitieron su cansancio, sus voces y su prisa. Tomó su café, de costumbre oscuro y muy cargado, encendió otro cigarrillo y, papel y lápiz en mano, trató de comenzar su auto-disertación cuando Mateo le interrumpió desde la famosa red social.

Aquel joven caballero era, sin duda alguna, un caso excepcional para cualquier persona que se hubiese atrevido a conocerle. Había dado por descartado, casi durante toda su vida, cualquier tipo de interacción con cualquier tipo de sociedad existente para dedicar todos sus esfuerzos a la eterna empresa de perfeccionar su mente. En el transcurso del tiempo encontró en la ficción fantástica su única y permanente fuente de ocio, y en observar con detenimiento más fenómenos que la mayoría, por medios que incluso nadie imaginaría, su pasión constante.

Así, en ese inenarrable cóctel de equilibrios y desequilibrios, surgían pensamientos, deducciones, opiniones y perspectivas que, a la luz de cualquier mente, inclusive las más divergentes o extravagantes, resultaban difusos, increíbles, rayando con lo incomprensible.

Sin embargo, su actual interlocutor disfrutaba tales disertaciones. De esa manera, aquel peculiar individuo gustaba de manifestarle temas que, a la luz de quien fuere, resultaban triviales, pero solo dos desquiciados como él y Miguel podrían entender la profundidad y el sentido de tan bizarros tópicos. Ese es el secreto que permite que tan inusual amistad entre tan particulares personas pueda mantenerse, aún hoy en día.

Era justamente esa sabiduría, tan pocas veces encontrada y comprendida, la que el Migue tantas veces apreciaba y disfrutaba y que, ahora, como caída del cielo, llegaba para ayudarle.

«No puedo creer cómo la película que mostraron en el canal 42 hace un momento puede ser tan fofa y gustarme tanto al mismo tiempo, seamos honestos, ¿cómo una historia tan magnífica puede tener efectos especiales tan absurdos y actuaciones tan patéticas y, al mismo tiempo, ponerte a pensar sobre tantas cosas?», escribió para comenzar con el acalorado debate de turno. Iba a continuar con un texto aún más largo, pero Miguel lo interrumpió bruscamente.

«Discúlpeme, parcero, pero estoy en este momento tratando de solucionar un problema… Aunque creo que me serviría una segunda opinión, usted es muy lógico y puede ver cosas que otros no… ¿Me ayudaría?»

Pasaron algunos segundos de silencio frente a la pantalla. Luego, la respuesta fue categórica.

  • ¿Es por la chica que le ha escrito tanta basofia en su perfil últimamente?
  • Exacto. ¿Me ayuda?
  • ¿Qué necesita saber? Hágale, le ayudo…

Acto seguido un agotado Miguel comienza la narración de los caóticos eventos que le habían tenido lugar. No escatimó, ni en detalles, ni en palabras, ni en eventos. Y era necesario, porque el observador debía tener la historia completa para poder entender todo aquello que estaba ocurriendo. Así, le contó todo. Todo lo que conocía. Todo lo que supo. Todo lo que llegó a vivir, inclusive aquellas cosas en tan turbulenta historia de las cuales no se arrepentiría, ni entonces, ni después.

La explicación se extendió hasta más de dos horas…

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Hasta que, al final, como cualquiera de los poquísimos que han llegado a conocer a tan particular y brillante mente podría confirmar, él no pudo conservar la ínfima cantidad de paciencia que suele guardar para momentos como éste.

  • Sí, cucho, como lo dice, estuvo siendo manipulado… Y aún está en ello. Pero déjeme adivinar. Quiere saber en qué es que está metido, ¿Verdad?
  • Efectivamente. Gracias por ponerme atención. Ahora sí, diga lo que tiene que decir.
  • Bien, para comenzar, hay que poner en orden la balanza para poner en orden la balanza. ¿Me hago entender?
  • Claro que sí. Establezcamos la lógica de todo esto.
  • Precisamente. Primero, analicemos los hechos. Segundo, analizamos las declaraciones de los diferentes «testigos», comparándolas con las experiencias propias, luego uno aplica a esto las afirmaciones de Sofía y compara con los hechos, y ahí uno debería darse cuenta de por dónde va el rayo al agujero negro…
  • Vale… Entonces, comencemos: Recordemos que, desde el principio del contacto conmigo, había pasado una semana desde la terminación con John. Luego de esa amistad llegó la foto, a la que todos reaccionaron con rechazo y asco. Después, surge el evento de ella mandando el mensaje que alerta a la cuasi novia que tenía en aquel momento. Luego termino con Helena y comienzo una relación de pareja con Sofía y algunos terminan de mandarme al carajo, luego otros lo hacen y me quedo con poquísimos amigos, lo que me recuerda darle las gracias por no abandonarme en todo esto…
  • ¡No se distraiga, cucho! Siga la secuencia.
  • Está bien, está bien. Luego de eso comienzan los indirectazos de rechazo cuando la llevo a la universidad… Y ahí vamos.
  • De acuerdo, digamos que, en principio, sí parece que ellos tienen algo en contra de Sofía, pero no explicaban razones ni lo contactaban, cucho, así que ahí hay una duda razonable.
  • ¡Justamente! Eso me ha mantenido hasta ahora en la mitad, porque tengo que averiguar…
  • ¡Que no se distraiga!
  • O.K. Continuemos… Bien, luego de que me quedo casi solo, aparecen las vivencias con Sofía, los mensajes contradictorios en su perfil, en su ventana de chat conmigo, las historias fantásticas y casi de horror que me ha contado, todo lo que dice que John le ha hecho junto con sus amigas, como una serie de acciones macabras o algo así…
  • Claro, y los «Autobots» están hechos de aluminio, y su sangre es de aceite Texaco, ¿No? Pero no nos distraigamos, cucho. Continúe.
  • También están las salidas con ella, siempre al mismo bar, a la misma mesa, en los mismos horarios, los mismos puntos de encuentro, las mismas rutas… Son patrones, conductas repetitivas…
  • Exacto… ¡Precisamente! Entonces hay que separar lo que es realista y lo que no, empezando por lo más básico, que son las secuencias repetitivas, seguidas de los mensajes contradictorios, desde ahí las historias fantásticas y «de horror» son simples de deducir.
  • Entonces, las conductas repetitivas indican…
  • JAJAJAJA, Qué se yo, no soy psicólogo… Mentiras, hombre, indican una de dos: Una manía o un comportamiento prefabricado. ¿Cuál de los dos? Eso se sabe con los mensajes contradictorios. Ahora analicémoslos, para comprobar esa pregunta y los datos anteriores.
  • Los mensajes contradictorios son que, por ejemplo, ella adore la libertad mientras que siempre se apega, tanto así que pide y exige mensajes, llamadas y compañía constante, o que asegure disfrutar la conversación pero es implacable cuando le llevo la contraria, o que odia la soledad, pero siempre ha gustado de ella según sus propias palabras… Además de los mensajes esporádicos, los aparentes sinsentidos…
  • Espere, espere. Creo que hemos olvidado algo que me parece sumamente importante: ¡El amor y el odio que le profesa a John! Veo algo muy… obsesivo ahí…
  • Exacto…
  • Luego llegamos a donde estamos ahora: Quiere estar con usted pero no, porque John, pero no quiere que usted la deje, pero no pueden estar juntos por John, a quien quiere que usted prometa y jure que va a hacer pagar…Porque ella lo ama… Pero lo odia… Digo, ¿WHAT? No, pues Gokú es el mejor Pokémon de la aldea de Konoha cuando se transforma en un camión rojo, ¿No?
  • Si, ahora lo veo… Es absurdo…
  • Otra cosa, y tiene que admitirla, es la siguiente: Aún si no hubiera ningún sinsentido ahí, el hecho es que, en la mitad de la relación, usted no era feliz, ¡Así de simple!
  • Explíquese…
  • ¿Qué, no leyó su propio discurso? La mitad era usted, contento y todo por no estar solo, pero la otra mitad era la «rutina» con la conversación y los estados emocionales… Y los mensajes, y ella encima…
  • Y ella haciéndome llevarle a todas partes, y desesperada porque yo le dijera que la quiero, y con que yo esté dispuesto a hacer lo que sea, incluso destruir a mis amigos por ella…
  • Ajá, continúe, va bien…
  • Y confirmando que estaré ahí siempre, sin importar cómo o cuántas veces me aleje y me acerque…
  • Siga…
  • Y buscando que siempre le crea… Y que siempre esté de su parte…
  • Y que sólo ponga en su mente una verdad: LA QUE ELLA QUIERA.
  • Y que pueda pelear con quien sea por defenderla…
  • Si… Lo vió, Miguel, ¿Verdad?
  • Ay, me lleva…
  • Dígame, Migue, ¿Qué ficha es en este juego?

 

 

 

«¿Qué ficha es en este juego?»

 

 

 

 

 

Miguel bajó su teléfono y lo puso en su regazo. Lentamente, en su silencio, la pantalla se fue atenuando hasta que se fundió con la oscuridad. Luego, aquel hombre turbado miró la barrera de madera que le impedía tocar las estrellas con sus ojos y, como si nunca hubiera existido, pidió perdón a sus dioses por el cinismo de haber necesitado de tres mentes diferentes para hacer lo que debió haber logrado por sí mismo desde hacía tanto tiempo.

Luego, bajó un poco la cabeza…

… Entrecerró los ojos…

… Y sonrió lentamente…

 

 

Conocía la respuesta.

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