Ojos de Serpiente: Epílogo

Han pasado ya tres meses desde que Sofía y sus ínfulas tocaron la vida de Miguel por última vez.

No volvió a tener contacto con ella, y es mejor así. Para todos. Pero, como suele suceder con todo acontecimiento traumático, su mente no deja de darle vueltas al mismo asunto, como si de un demente se tratase.

Además, la forma en que, compulsivamente, seguía publicando su vida en esa famosa red social, dejaba muchas cosas para pensar. Así lo conversaría con Mateo el otro día:

  • Desde cierto punto de vista, sin tomar un lado u otro, su relación con Sofía es como el tabaco, uno sabe que le hace daño pero sigue tragando esa mierda, aunque ¡Ojo! Aquí no estoy especificando ni a Sofía ni a usted pero, tal vez, su comportamiento… ¿Sería lo que pasa cuando uno tiene abstinencia?
  • No sabría decirlo, realmente… Pero… Podría ser.
  • Sólo trato de razonar sus acciones, hombre… Tal vez ELLA se alimenta de atención, no se imagina cuanto la necesitan algunas personas y, cuando no le dan la atención que requieren, entran en estados… Por decirlo así… depresivos. Así que la única forma de calmarlos es, o bien que esa persona les devuelva la atención o que otra persona lo haga en su lugar. Incluso podrían ser ambas.
  • Es verdad. Creo que Sofía podría ser el caso.
  • Claro, dado que usted fue su peón y todo eso, sigue haciéndolo una victima, más que simple daño colateral.
  • Entonces, ¿Qué debería hacer para concluir esa locura?
  • Pues lo único que podría decir es que, ni es su culpa ni la de John, pero ya que admitió sus equivocaciones con todo esto, sus amigos, la misma Sofía, lo único que queda es, ahora sí, perdonarse… A veces uno sufre más las equivocaciones pasadas que cuando las estaba sufriendo. También tiene que entender que perdonar no es excusar, se equivoco, pago, sufrió, ahora siga, continúe, a veces todos juzgan, incluso uno mismo, pero cuando acaba todo pues, eso mismo, deje que acabe…
  • Entonces ¿Debo entrar en paz con mi historia? Eso es lo que sugiere?
  • La ironía de todo es que, en la vida, uno va a volver a sufrir, uno va a volver a cometer errores y uno va a volver a lamentarse, así que hágase un favor y no acumule pesares pasados, porque sino, tendrá que lidiar con los nuevos y los viejos, y ni siquiera los mas aptos, como dice usted, son del todo capaces de superar tanto al mismo tiempo. Lo que aprendió, agradézcalo, evitara que en el futuro vuelva a suceder, y si aun así sucede, podrá manejarlo mejor, podrá manejarse mejor. La vida está tan llena de malos momentos, que hay gente que se sume enteramente en sus desgracias, otras, eternamente buscan el lado positivo, y otras, simplemente dejamos que las cosas pasen, gritamos, reímos, lloramos, nos quejamos y al final, vivimos… Cuando nos duele, gritamos, cuando nos gusta sonreímos, y cuando nos patean, golpeamos, la vida, al final, se trata de vivirla, de la misma manera que el más valiente es el que acepta que tiene miedo, el mas feliz es el que acepta que esta triste. Reaccione cuando deba reaccionar, siga su curso, espere lo peor para que, cuando suceda, no le afecte, pero cuando suceda lo mejor siempre sea una sorpresa, hay que ser pesimista, para ser optimista… Hay que abrazar la oscuridad para alcanzar la luz
  • Eso es muy cierto, yo soy de los que ve la lección y, por tanto, el lado positivo a todo. Pero, no puedo evitar saber que todo lo que me pasó fue por una razón y, ahora, debo agradecerlo… Así que, creo que me pondré en paz con mi historia…
  • Bueno, espero que le sirva…
  • Lo cierto es que ahora ella anda con alguien…
  • ¿Ah, sí? ¿Quién?

Es cierto. Sofía logró encontrar otro incauto. Iván, quien fuera otrora amigo de John, ha entablado una relación sentimental con ella. Parecen felices, por todo lo que publica ella en su página, en la famosa red social. También han sabido, por cuenta de muchos rumores, que se han ido a vivir juntos.

Pero, aunque eso no sea de su incumbencia en lo absoluto, Miguel desea que lo sean, y que duren mucho tiempo juntos. Al fin y al cabo, se merecen un poco de felicidad, por el simple hecho de ser humanos.

Por lo pronto, a él le interesa finiquitar todo asunto pendiente que surgió como producto de tan controversial vivencia.

Leyó la carta de Paula, y quedó con los ojos abiertos a más no poder.

Con algo de temblor en sus piernas, producto de una percepción errónea, en una cafetería que no visitaba desde hacía mucho tiempo, soportó con ahínco todos los regaños que Katherin, luego de tanto tiempo, le diere para hacer las paces con él… Y luego, recibió un maravilloso abrazo que pone su sello en una amistad que durará mucho tiempo.

En silencio, cerca a su casa, recibió un abrazo cordial de una Alma dolida por una verdad a medias, y completamente tergiversada adrede. No había necesidad de decir mucho. La información que ambos tenían de ese todo era suficiente para comprenderse.

Algunos más fueron sólo cuestión de tiempo. Otros, como Helena, jamás volverán.

Así, uno a uno, amarró los cabos sueltos.

Y sólo queda uno.

… Ella

Gabriela es una gran artista urbana, una mujer sensible que ha sabido encontrar una forma… particular… de ver el mundo. De esa manera, al conocerse, ella y el Migue supieron entenderse muy bien. Es de esa manera como se pudo forjar entre ambos una amistad hermosa, llena de noches de conversaciones, caminatas y bohemias, bajo la eterna premisa del respeto y la lealtad.

Y todo iba muy bien, pintaba para ser una relación fraternal duradera, como pocas, hasta que él lo echó a perder por cuenta de una estupidez.

… Y, en aquella noche, cuando Sofía le terminara por segunda vez, ella se quedó con la dolida ex-amiga, para darle a la vida de aquel turbado hombre unas dosis más de veneno, por intermedio de la mujer que él apreciaba en tan elevada medida.

Sin embargo, el tiempo había pasado. Ahora, cuatro meses después de aquella turbia noche en ese bar, que ninguno de los dos volviere a visitar, un nuevo sitio de bohemias, abierto por un amigo de ambos, presenció un fenómeno que el Migue no pensó, ni en sus sueños más dementes, que se volvería a repetir.

Como es costumbre, cuando suena en el aire una canción que a él le cause especial gusto o placer, tiende a cantarla. Y aquella noche estuvo especialmente plagada de ese tipo de melodías, al igual que los tuvo a ambos, cada uno en su mesa, uno lejos del otro.

El Migue y Gaby.

Mientras cantaba al compás de cierta canción, notó algo particular en el sonido, y se llenó de alegría al entender su motivo. Mientras él cantaba en primera voz… Ella hacía la segunda.

No le dio tanta importancia, hasta que la siguiente canción presenció el efecto opuesto: Ella cantaba… Y él le hacía segunda voz.

… Como antes… Hace mucho tiempo…

Fue inconsciente, al menos de parte de él. Simplemente, no notó la sinergia que había regresado a ambos, hasta que se dio cuenta del fenómeno.

Pronto, él debió irse de aquel lugar. Tan particular evento quedó en su mente, poniendo una sincera sonrisa en su rostro. Había muchas preguntas, pero Miguel no iba a buscar respuestas… Al menos, aún no.

Luego, por medio de la famosa red social, el amigo que ambos tenían en común le dijo algo que él llegó a considerar impensable en ese tiempo. Ni en sus más grandiosas fantasías hubiera imaginado semejante cosa, máxime pensando que Gabriela, radical tanto en sus pensamientos como en sus elecciones, no cedería en su distanciamiento.

«Compadre, le cuento que, si se hubiera quedado cinco minutos más, Gaby le hubiera hablado».

Esa frase lo llenó de asombro. No lo podía creer.

Una siguiente ida a aquel sitio, sin embargo, fue episodio de algo que lo haría sorprenderse aún más. En cierto momento, el amigo en común le llamó, mientras estaba sentado en su mesa, mirando a la calle y, por medio de la misma, al vacío absoluto. «Miguel, si quiere venga y se sienta con Gabriela».

Ahora, en la cama de su habitación, que presenció tantas lágrimas por tantas razones, había un Migue alegre. Decidido, como ninguno, a dos cosas en específico, no encontraría oposición alguna en la empresa que, ahora, frente a sí, le esperaba, en la forma de lápiz… Y un libro en blanco…

Le había quedado claro que la vida, como los dioses, querían darle una oportunidad. Algo bueno había hecho en estos últimos tiempos en su vida y, ahora, quería aprovechar el momento.

Quería hacer las paces… Con su mejor amiga en todo el mundo… Y consigo mismo

Así, tomó el lápiz. Abrió el libro en la primera página y, como nunca ha sido, ni será, usual en sus escritos, comenzó por el título. Luego, comenzó a escribir, sin parar más que para fumar. Su misión era clara.

Todos deben conocer lo que pasó aquí. El mundo entero sabrá que Sofía existe, y que anda por ahí.

Observando.

Esperando.

Y, respecto a Gaby, irá de nuevo al bar de su amigo, donde la vio por última vez hace sólo unos días, con esperanza en sus ojos, volviendo a creer en ese «Todo va a salir bien», que ha sido su lema durante tantos y tantos años. Y, ahora, todo se está enderezando.

La última vez, ella lo llamó a la mesa…

… Tal vez, ahora… conteste la llamada.

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