Palabra y Acción

Hay una nueva tendencia en las redes sociales hoy en día.

Debo decir, muy para mi sorpresa y un poco para mi desagrado, que esta tendencia se ha tornado en una moda entre la mayoría de personas que tienen, por lo menos, cierta notoriedad en lo que, incorrectamente, denominan «el mundo digital»… Así como en aquellos que quisieran «Ser como ell@s».

Tanto ha sido el afán de las personas por sentirse identificad@s con… Lo que sea que se atraviese por su camino, que terminan por ver infinidad de imágenes con frases que, a su parecer, son interesantes, y republicarlas o compartirlas una y otra y otra vez… Ya he abordado este tema en una entrada anterior.


Imagenes como esta pueden encontrarse en cuenta red social te imagines…

Esta moda de rellenar tu cuenta (O, para el caso, cuanta cuenta tengas en cuanta red social puedas encontrar) con imágenes que contienen frases de autores o celebridades famosas, comenzó hace algunos años. No hay forma fácil de decir dónde o cuándo comenzó exactamente, y no pretendo tratar de encontrar esa respuesta aquí.

Pero lo cierto es que, en menos de lo que canta un gallo, nos vimos rodeados de frases motivacionales encerradas con estilos baratos en archivos JPG, PNG o GIF que, hoy por hoy, los más «niños» de Internet denominan, sin ningún tipo de conocimiento o sentido, «meme».

He aquí algunos ejemplos:




 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y entonces, llegan aquellas personas que, en lo que sólo puedo calificar como «el colmo», a falta de autores, se inventan sus propias frases motivacionales, las ponen en un software de imágenes, como Photoshop, por ejemplo, y les dan un estilo bonito, para luego publicarlas con la única intención de intentar ser populares, al menos por unos cuantos segundos… Y las mismas personas que republican cuanta frase de autor se les atraviesa en su camino, ven estas fotos…

¡Y TAMBIÉN LAS REPUBLICAN!


Siempre he sido partidario de que cada persona puede hacer «de su trasero un candelero», si se le da la gana. Por eso no es mi deber ni mi responsabilidad juzgarte si eres de estas personas que tienen esta costumbre, mi querido lector. Recuerda, sólo te estoy dando mi opinión, nada más.

Además, toda esta «churreta» que te acabo de mostrar, es sólo para contextualizarte del verdadero problema que he visto recientemente.
Uno que, a mi forma de ver, sólo puedo calificar como «el colmo de los colmos».

 

 

Y lo peor de imágenes como estas…

ES QUE ESTÁN ESCRITAS ¡EN PALABRAS!

Hay todo un análisis que quisiera hacer frente a éste fenómeno, mi querido lector. Sin embargo, no trataré de quedarme en esta tendencia de «compartir frases motivacionales» per se. Eso será para otra entrada, en otro momento. Pretendo concentrarme en algo más específico, exactamente en lo último que te he relatado.

Y lo explicaré basándome en la siguiente imagen… Y en lo tonta que es su premisa por sí misma.


… ¿En serio?

Comencemos…

La premisa de la imagen que acabo de mostrarte se explica por sí misma. Se supone sencilla, pero permite plantear varias preguntas a profundidad que merecen nuestra atención:

¿Cómo prueban las acciones la inutilidad de las palabras, o su insignificancia?
¿Cómo puede una acción probar algo en primer lugar?
¿Qué tan inservibles son las palabras realmente?
¿Qué son las acciones? ¿Qué son las palabras?

Y más importante que todo lo anterior, ¿Qué tan cierta es la frase de esa imagen?

Quisiera tomarme estas líneas para meditar sobre algunas de estas cuestiones, a ver si llegamos a alguna conclusión razonable.

¿Qué son las palabras?

La palabra, por sí misma, es la unidad fundamental del lenguaje. Todo aquel que haya pasado por la escuela o el colegio puede, o no, tener claro este concepto tan fundamental. Pero, hablando a consciencia, ¿Qué es una palabra?

Mientras que la Real Academia Española define la palabra como «… una unidad de significado que se separa de las demás mediante pausas potenciales en el habla y blancos en la escritura…» , y Oxford Languages la define como una «Unidad léxica constituida por un sonido o conjunto de sonidos articulados que tienen un significado fijo y una categoría gramatical», funcionalmente conlleva un significado mucho más profundo.

La palabra es la forma en que el lenguaje se genera. Sin palabras, no habría lenguaje, ni todo aquello que este conlleva: Comunicación, interacción, divulgación, tecnología, ciencia… Incluso este mismo blog no existiría si no existieran palabras para escribir en él, o palabras de un lenguaje de programación para poder construirlo, como PHP, en este caso.

La palabra define un significado que corresponde, entre otras cosas, a una imagen, una sensación, un fenómeno, un conocimiento, una persona, o una acción.

Las palabras son entonces un medio para definir y expresar nuestro mundo, nuestra vida y todo lo que hay en ellos; son el medio de nuestra acción para ser vista, entendida y asimilada conscientemente por el mundo, que definimos por medio de las mismas.

Pero entonces, ¿Qué es una acción?

¿Qué son las acciones?

Si vamos a definir una acción la cosa se nos complica un poco más.

Y es que el significado de «Acción» cambia dependiendo de aquello a lo que se aplica: Filosofía, Física, Finanzas, Sociología, Literatura, Cine, Televisión, Videojuegos… Diferentes ámbitos tienen diferentes conceptos de acción y todos son válidos. Sin embargo, vamos a aplicar a aquel concepto que nos importa, ¿Te parece, mi querido lector?

Mientras que puede haber definiciones tan simplistas como completas, como la de la Real Academia Española que define acción como «Ejercicio de la posibilidad de hacer» o «Resultado de hacer», Oxford tiene una frase bastante elaborada y muy interesante, que define acción como «Palabra que indica que una persona, animal o cosa (material o inmaterial) está haciendo algo, está actuando (de manera voluntaria o involuntaria, de pensamiento, palabra u obra), lo que normalmente implica movimiento o cambio de estado o situación y afecta o influye en una persona, animal o cosa».

La acción es, en efecto, la influencia que tiene el movimiento o el cambio de estado de una persona, animal o cosa, sobre otra persona, animal o cosa. Sé que no es tan fácil definirlo de ésta manera a diferencia de, simplemente, decir «acción«, pero…

Es curioso que Oxford la defina como una palabra, ¿no?

Por supuesto, a lo que los académicos y lingüistas de Oxford han de referirse es a un verbo. El problema es que ellos también tienen una definición para verbo:

«Clase de palabra con la que se expresan acciones, procesos, estados o existencia que afectan a las personas o las cosas; tiene variación de tiempo, aspecto, modo, voz, número y persona y funciona como núcleo del predicado».

No deja de ser interesante el hecho de que hay una definición de «Acción» diferente a la definición de «Verbo» (Si no me crees, sigue los enlaces que están relacionados en éste texto).

También resulta muy interesante que la RAE defina una acción como el resultado de hacer algo. Podríamos decir, redundantemente y sin temor a equivocarnos, que una acción es el resultado de una acción… ¿No?

¿Cómo hablan las acciones?

Aquellos que defienden la filosofía de que «las palabras no sirven de nada» usarán el argumento de que las acciones hablan por medio de sus resultados. En otras palabras, la expresión de una acción se da por el efecto del hecho sobre una persona, animal o cosa, si nos vamos a la definición que ya vimos.

Sin embargo, este argumento cae por su propio peso cuando vamos a la misma definición, teniendo en cuenta que una acción se define por medio de una palabra.

Y es que las palabras son causa y consecuencia, al mismo tiempo, de acciones por sí mismas. Y para demostrarte este argumento, te mostraré un pequeño pero suficientemente claro ciclo:

La palabra «palabra» se escribe por medio de una palabra, que se escribe por medio de una palabra, que se escribe por medio de una palabra, que se escribe por medio de una palabra, que se escribe por medio de una palabra

Las palabras, en efecto, son resultado de la acción de expresarlas. Ya sea hablarlas, escribirlas, cantarlas, transmitirlas, o mostrarlas en señas, el resultado es el mismo. Son, por lo tanto, el resultado de acciones.

Se podría decir, de hecho, que la palabra es una acción en sí misma.

Pero, si eres de aquell@s que defienden la tesis de la insignificancia de las palabras y estás de acuerdo con el «argumento de los resultados», te haré una pregunta:

¿Cómo defines y comprendes los resultados de un hecho o una acción?

Te lo preguntaré de otra forma:

¿Qué no es «resultado» una palabra, para empezar?

Pero, si eres de aquell@s que defienden la tesis de la insignificancia de las palabras y estás de acuerdo con el «argumento de los resultados», te haré una pregunta:

¿Cómo defines y comprendes los resultados de un hecho o una acción?

Te lo preguntaré de otra forma:

¿Qué no es «resultado» una palabra, para empezar?

Si un criminal recibe la pena de muerte, por ejemplo, el efecto de esa acción (La ejecución de la pena de muerte) será, obviamente, la muerte del criminal. Alguien que conozca el caso puede decir que dicha muerte es buena porque así se da un ejemplo para que otros no cometan los mismos crímenes y que, por lo tanto, el resultado es positivo. Otra persona, sin embargo, puede decir que dicha muerte es mala porque se le quita al criminal la posibilidad de darse cuenta de sus errores y reparar a las víctimas y que, por lo tanto, el resultado es negativo. La acción es la misma, y el efecto no ha cambiado. Pero, ¿Qué pasa con el resultado? ¿Cómo lo defines para ti mism@?

Los resultados, entonces, no son efectos, sino interpretaciones de los mismos. Varían de persona a persona y, para colmo, requieren que los interpretes. En otras palabras, requieres palabras para generar los resultados de acciones.

Las acciones hablan por medio de palabras.

¿Cómo actúan las palabras?

Las palabras son acciones. Y son, a su vez, el efecto de acciones. Las palabras, por lo tanto, tienen efectos sobre aquello a lo que van dirigidas.

Las palabras son entonces instrumentos, herramientas que definen todo lo que somos y todo en lo que estamos. El solo hecho de definir ya es una acción en sí mismo, pero… Creo que iré un poco más a profundidad.

Te pondré un ejemplo, y por favor trata de imaginarte en esta historia tanto como te sea posible:

Ha llegado una noche muy especial para ti, porque le dirás a cierta persona que te gusta, desde hace mucho tiempo. No lo habías hecho antes porque tenías miedo de que te rechazara y, sin embargo, te armaste de valor y abordaste el problema invitándola a ella y a un grupo de amigos en común a un bar esa noche.

Entonces, todos los que están en el grupo los dejan solos y llega la hora de actuar. En ese momento, miras a esta persona a los ojos, te armas con tu mejor sonrisa y le dices: «Oye, quería decirte algo desde hace algún tiempo. Me había dado miedo decirlo porque no sabía cuál sería tu reacción, pero ahora quisiera que sepas que me gustas mucho. No sé qué opines al respecto».

La respuesta de esta persona es clara y rápida: «No puedo creer que seas tan ilus@, jamás podría fijarme en ti», dice mientras toca tu rostro con dulzura en medio de risas a bajo volumen. Luego, se va donde el resto de tus amigos y te deja… Con un palmo de narices, por decir lo menos.

¿Acaso la persona te dijo esto con intención de burlarse de ti? ¿Acaso te lo dijo para que te desilusionaras rápido y que no te doliera más? ¿Importan esas respuestas?

El hecho de que ella haya oído lo que dijiste es importante, a lo mejor. También el que ella haya tocado tu rostro. Pero lo que realmente te afectó, sin importar si es para bien o para mal fueron sus palabras, ¿Verdad?

Las palabras causan efectos en las personas. Provocan resultados y desencadenan efectos nuevos. ¿Cuáles fueron esos efectos para ti, en la historia que te conté?

Las palabras actúan, porque son acciones. Las acciones hablan, porque son palabras.

Aunque, si aún no me crees, es mejor que lo diga «Rama Kandra», este personaje es mucho mejor que yo expresando lo que quiero decir:

https://www.youtube.com/watch?v=7exCwte7UIs

La palabra tiene poder…

Y esta relación tan intrínseca entre palabras y hechos es tan poderosa, que incluso aquellos que no creen en el poder de la palabra tienen que usarla para poder definir esa misma creencia.

Las palabras desencadenan acciones, o las detienen. Las palabras son la forma de conocer las acciones, y de generarlas. Las palabras son acciones, definiciones, conceptos. La palabra es fuerza, es intelecto, es evolución.

Gracias a la palabra, imperios han surgido, han durado y han caído.

Metafísicamente hablando se cree que lo que se dice se declara y se invoca. Honestamente, creo que ese concepto es cierto, al menos en parte.

Creo, en ese sentido, que decir, escribir, expresar, cantar… Generar palabras es, como una acción en sí misma, valioso. Permite que las cosas sucedan, que se entiendan y se expresen. Lo primero que aprende un bebé, no en balde, es a hablar.

¿Por qué?

Tan importantes son las palabras, que una sola basta para hacer la diferencia entre una pareja pasajera y una potencialmente interminable: «Acepto«.

Gracias a la palabra, imperios han surgido, han durado y han caído.

Gracias a la palabra una persona se ha mantenido como la figura religiosa más importante de todos los tiempos aún hasta nuestros días.

Metafísicamente hablando se cree que lo que se dice se declara y se invoca. Honestamente, creo que ese concepto es cierto, al menos en parte.

Creo, en ese sentido, que decir, escribir, expresar, cantar… Generar palabras es lo que hace que todos y todas podamos alcanzarnos, impulsarnos, movernos y hacernos evolucionar los unos a los otros.

La ciencia no podría haber avanzado como lo ha hecho si la palabra no existiera.

Las grandes historias no serían nada si no hubieran palabras para contarlas.

La aceptación social de una persona se mide por su capacidad con la palabra, o por la falta de la misma.

Aunque, si eres de las personas que sigue defendiendo que «las acciones demuestran que las palabras no significan nada», probablemente trates de contraatacar con el argumento de que «lo que pasa es que tus acciones deben ser consecuentes con tus palabras».

Y estoy de acuerdo contigo, hasta cierto punto, al menos: No actuar consecuentemente con tus palabras no significa que tus palabras no significan nada, sólo que no significan lo que tú interpretabas o esperabas…

Pero eso es otra historia,para otro momento…

Conclusión

Soy uno de esos firmes creyentes de que el lenguaje estructurado es, probablemente después de la rueda y la cinta adhesiva, el más grande invento de la humanidad.

Las palabras, por lo tanto, sí significan, sí importan. Importan tanto como las acciones, porque las definen y surgen de ellas, las desencadenan y son provocadas por ellas. Unas sin otras no tienen sentido, son inseparables.

Las palabras tienen poder, la palabra tiene poder. Puede crear o destruir, puede generar o degenerar. La palabra es la forma en que nosotros nos comprendamos a nosotr@s mism@s.

Es doloroso ver que hay personas que desprecian el poder de la palabra, y no les juzgo, por supuesto. Pero creo que he dejado claro en toda esta lectura que las palabras son acciones, sí importan, sí significan, sí valen, sí sirven.

Y, para mí, al menos, sí funcionan.

Ahora, si eres de estas personas a quienes no les gusta leer, y te sigue gustando el asunto de ver y republicar imágenes de las que te hablaba al principio, aquí te dejo una para darte gusto…


Y, sin embargo, me gustaría conocer tu opinión. Hagamos un sano debate en la caja de comentarios, ¿Te parece?

Buenas noches…

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