Un hombre turbio
dijo una vez:
‘Mis manos parecen
guantes vacíos’.
Lo entendí.
A veces
también deseo
ser solamente
una cáscara hueca,
que aquella idea fútil
que llamamos
‘normalidad’
fuera también una constante
de la ecuación de mi vida
y que la inocua rutina
reemplazara
cualquier brisa fugaz
de idea retorcida.
Así, tal vez,
con un atisbo
de vida sin vida,
la incólume memoria
de tus miradas distantes
no habitaría
mi perpetua soledad
como la luz en mis ojos…
Y entonces,
tal vez,
sólo tal vez,
lo invariable sería mi día,
en vez de tu imagen rampante
o tu desvanecida caricia…