Tras una tarde de pedaleo (Y un pequeño sinsabor), una cena convencional, una noche de creciente regocijo y una tanda de éxtasis, puedo catalogar mi noche como satisfactoria.
Las temperaturas del ambiente siguen un tanto altas, pese a que la lluvia ha vuelto a cubrir Dosquebradas con su baño refrescante, sin embargo seguirán bajando poco a poco. Después de todo, el «niño» nos hizo bastante daño por demasiado tiempo, ahora todo se debe arreglar poco a poco.
Mientras tanto, ya no sudo tanto y, aunque no es que signifique mucho, me reconforta la sensación del viento frío en mi cara, o la brisa que queda en mi piel cuando comienza la noche, el juego de luces y sombras que protagoniza el cielo vestido de nubes junto con mi amada luna llena, o la sensación de confortable frigidez del aire en mi habitación antes de dormir, lo cual me hace sentirme agradecido con el viento por refrescar la tierra.
En otras noticias, mi ira de hace algunos días ha sido calmada de una manera… digamos… Estratégica…