Ojos de Serpiente: Cascabel de Luces

«Hola…»

Así fueron las letras que Sofía envió a Miguel para entablar conversación. Como de costumbre, su respuesta fue «Hola. Gracias por agregarme… ¿Cómo estás?».

Desde ese momento hubo muchas palabras, y él las iba respondiendo a medida que continuaba sus tareas e infería que la noche se tornaba más agradable gracias a una conversación interesante.

Hablaron de todo un poco, divagando rápidamente y retomando los temas centrales de sus charlas incesantes. En medio de la oscuridad, bañada únicamente por la pantalla de su computadora y, tiempo después, de la pantalla de su teléfono, él se sentía cómodo con la fluidez de la autora de aquellos textos, al otro lado de Internet.

Lentamente Miguel fue haciéndose a una idea de cómo era Sofía: Una chica dulce, inteligente, amable y bondadosa, de notables convicciones y un corazón encantador.

Sincera…

… Hermosa…

eyes[1]

De pronto, una frase comenzó a tornar la conversación en algo muy particular.

«Tenía miedo de que no me hablaras, como eres amigo de John…»

Él se quedó en silencio por algunos segundos frente a las teclas de su dispositivo. En parte, era de esperarse, después de todo era reciente su rompimiento, pero… ¿Por qué habría de no hablarle?

Miguel siempre fue una persona ingenua, casi al punto de volverse incauto. Quizá por eso no intuyó nada en lo absoluto. Fue entonces cuando aquel dicho del gato cobró su siguiente víctima.

«¿A qué te refieres?», preguntó, tal vez impulsado por aquel infatigable deseo de su alma, de siempre saber más.

Mientras tanto, al otro lado de la pantalla, Sofía contemplaba la pregunta que recién había salido en su ventana de conversación. Tal vez, simplemente era presa de un concepto de la vida inexorablemente equivocado, cuya naturaleza estaba oculta a su percepción limitada y resquebrajada de la realidad. O, más probablemente, actuaba con plena conciencia de cada uno de sus pasos.

Pero lo cierto, era que ese segundo exacto marcaba el comienzo de un sortilegio, un ardid como pocos se verían en aquella desgastada, corrupta y ennegrecida ciudad.

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