Ciego como nunca,
al final inesperado
de todas las cosas,
encuentro mi espejo
en el aire ennegrecido
por el recalcitrante humo
que mi conciencia
emana para nublar
mi nublada visión del todo.
El cúlmen
de mi camino
se pinta maldito,
mi luz
desangra mis entrañas,
arde y apesta
a esperanza barata
y perfume de sándalo
incrustado en recuerdos
demasiado estúpidos
para ser recordados.
Manos vacías,
pasos perdidos,
pies de hueso
manchados de lodo,
sangre
y mierda,
caminando
por caminos de espinas
con destinos
inciertos,
con cadenas en mi cabeza
y llagas en mis codos…
Sólo me impulsa
el terror absoluto
a morir en vida,
a vivir en muerte,
a perderme,
a estar equivocado…
… Y mi almohada
toca el derrame
de mis ojos…